“Si él tuviera que elegir, la elegiría a ella, tu eres otra chica más.”
- ¿Que has soñado? - me
preguntó mientras seguía acariciando mi mejilla.
- Nada
importante - dije con los ojos cerrados sintiendo sus caricias.
- No
sería importante si no hubieras estado tan asustada.
-
Supongo que lo que pasó ayer me ha afectado un poco. Aún sigo esperando que me
digas lo que paso ayer.
Justin
suspiró. - Participio en peleas.
- ¿Cómo?
- me incorporé un poco y lo miré.
-
Peleas ilegales. - le quitó importancia encogiéndose de hombros.
-
¿Boxeo?
- Así
es - puso los brazos de tras de su cabeza haciendo que se le marcaran los
músculos.
- ¿No
te llega con el dinero del taller?
- Sí,
bueno, el ex – novio de mamá nos dejó en una deuda muy grande a mamá y a mi.
- ¿Os
dejó una deuda? ¿El que era tu padrastro? - ¿Dónde estaría el padre de Justin?
No quise preguntar
- El
nos arruinó y después nos abandonó. Mamá vive con mis abuelos y yo me mudé aquí
con Steph.
-
¿Steph vive aquí? - fruncí el ceño.
- Si,
solo que él ahora pasa más tiempo en casa de una tal Isabella. - me apoyé en su
pecho desnudo.
- ¿Los
hombres que vinieron ayer querían cobrar la deuda?
- Si,
en parte.
-
Gracias por contármelo, iba a terminar loca de tanto pensar en eso - Justin rió
entre dientes. - ¿Y por qué entraron también en casa de Michael? El no tiene
nada que ver ¿No?
-
¿Quieres desayunar? - me preguntó cambiando de tema.
- ¿Por
qué me cambias de tema? - miré hacia arriba.
-
Aunque creo que deberíamos almorzar ya.
- Oh
venga, no puedes hacerme esto - me senté y lo miré.
-
¿Hacerte qué? - alzó una ceja.
-
Dejarme a medias con la historia.
- ¿Qué
historia? - frunció el ceño.
- La
que me estabas contando - reí mientras decía eso.
- Nunca
he escuchado tu risa - fruncí el ceño.
- No me
gusta mi risa, es horrible.
-
Comprobaré eso - Justin se levantó y lo miré confusa antes de que él se abalanzara
sobre mi y sus dedos se movieran por mi abdomen. Solté una carcajada y empecé a
moverme intentando zafarme de sus dedos, que se movían con habilidad por mi
vientre.
-
¡Para, por favor! - reí mientras intentaba parar sus manos.
- Si -
Justin paró - Tienes una bonita risa - sonreí mientras negaba con la cabeza. -
Y una hermosa sonrisa, Williams.
Justin
se acercó a mi rostro, poniéndose encima de mí sin hacerme daño. Sus labios
hicieron contacto con los míos y seguí su beso poniendo mis manos en su nuca.
Metí mi lengua en su boca queriendo más de él. Pasé mis manos por su pelo
revuelto y lo apreté más a mí para profundizar más el beso.
- Nena,
como sigamos así - Justin me dejó y se puso de rodillas en la cama. - No voy a
poder...
- Quiero
más - me puse también de rodillas y volví a besarlo. Justin puso sus manos en
mi trasero y me impulsó hacia su regazo, así que rodeé su cintura con mis
piernas y rodeé su cuello con mis brazos. - Aunque solo sean - Justin besó mi
barbilla - besos - suspiré e inconscientemente me moví encima de él sintiendo
como ardía por dentro. Justin pasaba sus manos por debajo de mi camiseta.
Sus
caricias quemaban en mi piel. Justin me echó sobre la cama y se puso entre mis
piernas. Besó mi cuello y eché mi cabeza hacia atrás para que tuviera mejor
acceso. Levantó un poco mi camiseta, sin mostrar mis pechos y pasó sus dedos
por mi abdomen.
Me separé de él y lo miré. Nuestras respiraciones estaban agitadas. Justin me dio un casto beso. - Vamos a comer algo - dijo levantándose. Me incorporé un poco aturdida. Aún seguía ardiendo.
Me
levanté y seguí a Justin hacia la cocina. - ¿Pasta? - me preguntó cuando abrió
la despensa.
- Si. - me senté con un poco de
dificultad en la encimera y lo vi moverse por la cocina. -¿Quieres que te ayude? – me ofrecí.
Él negó con
la cabeza – Puedo hacerlo – me guiñó un ojo.
-No lo dudo
– miré su espalda. – Tu palabra es una lámpara que guía mis pies, y una luz en
mi camino. Salmo 119:105. – leí el tatuaje de su espalda. Justin me miró y
sonrió.
¿Boxeo?
Bueno, no era tan malo. Aunque siempre podían cogerlo. Ahora comprendí por qué
me había encontrado a Justin golpeado en la calle. Pero… ¿Por qué tenía un
arma? Quizás era por su seguridad, no era la primera persona que tenía un arma,
ni la última.
Tenía que
volver a casa. Mamá me había llamado un par de veces, pero me negué a coger el
teléfono. No estaba preparada, pero no podía seguir huyendo por más tiempo,
tenía que enfrentarme a ella y a Ashley. Miré el cuello de Justin e hice una
mueca al imaginarme a mi hermana besando su cuello. ¿Lo haría con más chicas?
¿Podría acusarle de algo? Es más, ¿Estábamos saliendo o algo?
-¿En qué
piensas? – preguntó Justin cuando puso los espaguetis a hervir.
-Debo
volver a casa – mordí mi labio.
-Buenos
días – Steph apareció en bóxers
enseñando su musculo cuerpo y los tatuajes que tenía en él.
-¿Por qué
no te pones algo? – Justin le tiró un trapo, a lo que Steph lo cogió.
-Tú vas sin
camiseta, además, parece que a tu chica le gusta lo que ve. – me guiñó el ojo y
miré hacia otro lado avergonzada. Ni siquiera me había llevado mucho tiempo mirándolo...
¿No?
-Ponte algo Steph, ahora –
ordenó Justin.
-Está bien – este levantó las
manos en son de paz. – Por cierto, espero que hayas hecho comida de sobra –
dijo saliendo de la cocina. Miré a Justin y este se dirigió a la nevera.
-Me gustaría que dejaras de
mirar a Steph como si te fueras a abalanzar sobre él. – alcé una ceja.
-No lo miro de tal manera –
fruncí el ceño. – Además, si lo mirase de tal manera, no estaría aquí contigo y
le hubiera pedido el teléfono a él.
-Eres demasiado tímida para
pedirle el teléfono a nadie – Justin me tiró una lata de cerveza y la cogí.
-Bueno, pues si me quisiera
abalanzar sobre él, ayer cuando me “salvó” por así decirlo, hubiera corrido a
sus brazos para que me consolara, ya que tú no estabas – abrí la lata de
cerveza y le di un trago.
Justin me quitó la lata –
Olvidaba que eras menor y no puedes beber alcohol.
-Oh venga, el año que viene a
principios cumpliré diecinueve, y no es la primera vez que bebo cerveza, así
que por favor – levanté mi mano en su dirección para que me diera la lata. – Ya
soy grande – Justin rio ante ese comentario.
-Está bien Madonna, aquí
tienes – me dio la lata.
-¿Mejor? – Steph apareció
vestido con unas calzonas negras y una camiseta de tirantes blanca.
-Mucho mejor – Justin le pasó
otra cerveza. Llamaron al timbre y ambos se miraron. Steph se giró para ir a
abrir la puerta.
-Se te van a pegar los
espaguetis – le avisé a Justin. Este cogió un tenedor y los movió.
-¿Es que no te alegras de
vernos? – escuché la voz de Rachel y me bajé de la encimera y apoyándome en
esta. Miré hacia la puerta de la cocina y su mirada me intimidó.
-Hola _____ - Michael esquivó
a Rachel que se había quedado en la entrada de la cocina mirándome y se dirigió
hacia a mí para besar mi mejilla en un saludo.
-Hola – le sonreí a medias y
vi su mano. - ¿Qué te ha pasado? – pregunté mirando el corte que tenía en ella.
-Nada importante – él se
encogió de hombros.
-Él se cortó con una maquina
el otro día – Justin se encogió de hombros y asentí. Vi a Justin dirigirse
hacia Rachel y ponerse frente a ella. No pude escuchar lo que él le decía en
voz baja porque Steph me entretuvo.
-¿Y esos pelos Williams? –
Steph cogió un mechón de pelo.
-¿Tan mal están? –me acomodé
mi pelo.
-Para nada, estás bien – dijo
Michael mirando lo que Justin estaba cocinando. -¿Hiciste comida para nosotros
Bieber? – miré a Justin que dejó de tocar la mejilla de Rachel.
-¿Es que ustedes también vienen
a molestar? – preguntó.
-¿Eso es una indirecta? –
esta vez fue Steph quien le tiró un trapo a Justin.
-No has estado aquí por mucho
tiempo, es normal que me parezca raro que hayas vuelto.
-¿Has roto con Isabella? –
esta vez Rachel habló poniéndose al lado de Justin.
-¿Es que no puedo volver a
casa? – Justin le pasó un brazo por los hombros a Rachel. Estaba incómoda,
sentía que sobraba aquí. Todos siguieron entre bromas, metiéndose con Steph y
yo estaba ahí, aguantando mi lata de cerveza ya casi vacía. Escuché una melodía
que pude reconocer como mi móvil. Salí casi corriendo hacia la habitación de
Justin y dejé la cerveza en la mesilla mientras cogía el teléfono.
-¿Si? – contesté sin mirar
quien llamaba.
-¿Hija? – dejé de respirar
cuando escuché la voz de mi madre. - ¿Estás ahí?
-Sí, ¿Qué quieres? – suspiré sentándome
en el borde de la cama.
-Quiero que vuelvas, tenemos
que hablar. No puedes seguir evitando esta conversación.
-Sí, tienes razón. Iré hoy.
-Te espero – sin despedirme
colgué y miré por la ventana. Estaba nublado, no tardaría en llover.
-¿Todo bien? – escuché la voz
de Steph.
-Todo bien – dije sin
mirarlo.
-Solo quería decirte, que si
él tuviera que elegir, la elegiría a ella. Es su mejor amiga, tú eres otra
chica más.
Lo miré - ¿Eso es para que me
sienta mejor?
-Solo he visto como ella te
miraba, y como tú te sentías intimidada por ella. No dejes que haga eso, puedes
ser una perra a veces.
-Gracias, supongo – murmuré.
-¿Qué pasa? – escuché esta
vez la voz de Justin.
-Nada, le avisé de que ya
podía venir a comer. – Steph se fue y Justin me miró.
-¿Estás bien? – asentí. - ¿Qué
tal todo con tu padre? No me contaste que pasó. ¿Te contestó las llamadas? – se
sentó a mi lado y cogió mi mano.
-No, él… bueno, lo encontré
con su nueva familia, él oficialmente nos ha dejado. Dice que ahora es feliz. –
Justin se tensó a mi lado.
-Bien, él es idiota, vamos a
comer.
-Justin… no voy a comer aquí –
él se giró y me miró confuso – Quiero que me des los libros que se quedaron en
tu coche. Tengo que volver a casa.
-Te llevaré.
-Puedo ir yo sola, tienes
invitados.
-Ellos pueden esperar, vístete.
– cerró la puerta de la habitación. Respiré hondo, él no se lo había tomado
bien, y pude entenderlo. “Si él tuviera
que elegir, la elegiría a ella, tu eres otra chica más.” Las palabras de
Steph no dejaban de dar vueltas en mi cabeza.
Me puse la misma ropa que
traía ayer y cogí los libros. Cuando fui a salir escuché a todos hablar y me
paré cuando vi que estaban hablando de mí.
-Todo se ha arruinado, Derek
las ha dejado – escuché gruñir a Justin. ¿Cómo sabía el nombre de mi padre?
-Entonces es mejor que la
dejes, no servirá de nada. – Rachel habló.
-A él le gusta, ¿no ves la forma
en la que la mira? – dijo esta vez Steph.
-Callate- gruñó Rachel.
-¿Celosa? – se burló Steph.
Retrocedí de nuevo a la habitación sin hacer ruido. ¿De qué estaban hablando?
Todo eso había conseguido ponerme los pelos de punta. Dejé los libros y mi
bolso en la cama intentando relajarme. No había guardado las zapatillas que me
dejó Justin, así que abrí el armario y las guardé de donde Justin las había
cogido.
Cuando las guardé algo
plateado llamó mi atención. Lo que parecía un colgante estaba medio sacado de
una caja. Lo saqué entero y me quedé en shock cuando vi que era el mismo
colgante que me había dado mi abuela. Miré detrás y vi que tenían sus
iniciales. Me levanté y empecé a respirar irregularmente. No, no ahora. Intenté
calmarme mientras miraba el colgante en mis manos.
El corte que Michael tenía en
la mano era mi corte, yo lo había cortado esa noche. Ellos eran quien había
entrado a robarme. Estaba empezando a marearme. Miré hacia la puerta y vi a
Justin parado allí, serio. Un escalofrío me recorrió.
-______ - dijo con calma y acercándose
a mi.
-Aléjate de mi – conseguí decir
y me eché hacia atrás. Mi pecho subía y baja rápido debido a que me estaba
quedando sin oxígeno. Alcancé mi bolso con manos temblorosas.
-Deja que te ayude. – cogió mis
manos e intenté zafarme de él. - _____ por favor – le di una patada y cogí mi bolso,
y mis libros con rapidez. Ellos tenían que tener las joyas de la abuela. ¿Y si
iba a la policía? Corrí por el pasillo.
-¡No dejen que se vaya! –
escuché la voz de Justin detrás de mi y alguien tiró de mi brazo haciendo que
mis libros y mi bolso se cayeran. Grité como pude al sentir el agarre de
alguien sobre mí.
-Shh, shh tranquila preciosa –
dijo Steph en mi odio. Tapó mi boca mientras que intentaba zafarme. Mis
pulmones pedían oxígeno y yo no era capaz de dárselo, tenía que coger mi
inhalador ya.
-Ella necesita su inhalador –
Justin me soltó de los brazos de Steph y caí al suelo de rodillas. Gateé hacia
mi bolso y busqué desesperada mi inhalador. Justin se arrodilló frente a mí y lo cogió. Lo quité
de sus manos, lo puse en mi boca y pulsé. Miré mi inhalador asustada. No tenía.
Pulsé varias veces más mientras que lágrimas de desesperación rodaban por mis
mejillas. Los chicos hablaban a mí alrededor, pero no era capaz de escuchar lo
que decían.
Alguien cogió mi rostro entre
sus manos y vi a Justin nublado debido a las lágrimas. Él me decía algo pero no
era capaz de entenderlo.
“Ojala mueras por uno de tus estúpidos ataques de
asma”
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