Breathe

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martes, 3 de diciembre de 2013

Capitulo 2





Salí de casa y me puse mis auriculares. Escondí un poco mi rostro en mi bufanda y empecé a caminar. El gorro blanco que llevaba me protegía un poco más del frío, al igual que mis manos cubiertas por lo guantes metidas en los bolsillos de mi abrigo.
Intentaba animarme por el camino mientras Miley Cyrus sonaba a todo volumen en mis auriculares. Era viernes, eso significaba que mañana podría levantarme tarde, necesitaba dormir. Esa noche no había pegado ojo, había tenido una pesadilla con lo ocurrido, y las palabras de ese chico me hacían estremecer.
"Volveremos a vernos"
Esperaba que no.
Alguien tocó mi hombro y me sobresalté. Miré a mi derecha para encontrarme con Robert. Tiré de mis cascos. - Me has asustado.
- Lo siento, no fue mi intención - mostró una sonrisa radiante.
- No entiendo cómo puedes sonreir así un viernes por la mañana a 3 grados - negué con la cabeza.
- Cariño - pasó un brazo por mis hombros - la vida es demasiado bonita para no sonreirle, y es viernes - fruncí el ceño y lo miré.
- ¿Quien eres tú y que has hecho con mi amigo? - él soltó una carcajada haciendo que varias personas miraran.
- Soy yo, solo que hoy estoy feliz. - se encogió de hombros. - ¿Cómo vas con lo que te pasó el Lunes? Veo que ayer no me llamaste para que pasara a buscarte.
- No, solo tuve miedo de salir de casa ayer, hoy ni siquiera lo he pensando - mentí. La verdad es que estaba aterrorizada, pero Robert tenía que dar un rodeo muy grande para llegar a mi casa, asi que no lo llamé.
- Mmm... eso está bien. Gracias a Dios que no te hicieron nada - asentí, había tenido suerte. - Lo que me sorprendió es que no te diera uno de tus ataques de asma. ¿Llevas tu inhalador?
- Si, lo llevo. Y yo también me extrañé, no lo se. Una parte de mi sabía que no me harían nada.
- Eso sonó como si estuviera leyendo uno de tus libros, niña. - se burló.
- ¡No te burles! - reí - Es cierto.
- Y... ¿Entonces eso te lo transmitió tu sexto sentido? - me separé de él y saqué mi mano del bolsillo para darle en su hombro, pero este esquivó mi golpe riendo.
- Eres tonto - volví a meter la mano en mi bolsillo.
- Me quieres igual - puso cara de niño bueno y rodé los ojos.
-Tienes suerte de que seas mi mejor amigo. - él me miró alzando una ceja. - Hoy quiero ir a sacar fotos.
- ¿A donde? - me encogí de hombros.
- Ya sabes, camino y camino hasta que veo algo que me llame realmente la atención.
- Sigo pensando que deberías dedicarte a eso, eres realmente buena, tienes dieciocho años, puedes estudiar lo que quieras.
- Pero ya sabes como es mi madre.
- Si, _______, lo se. Pero creo que la carrera de derecho no es la mejor para ti. Ni siquiera eras buena para ser delegada de clase.
- Es cierto - suspiré. - No se lo que haré - jadeé.
- Habla con ella - se encogió de hombros.
- ¿Bromeas?
- Algo tendrás que hacer princesa - paramos en una esquina - Nos vemos después - besó lo que podía de mi fente. - Te quiero.
- Y yo a ti.
- Ten cuidado - se despidió.
- Lo tendré.
Cogí mi cámara de fotos y la guardé en mi bolso. Me volví a poner mi abrigo y mi gorro y salí de mi habitación. Bajé las escaleras emocioada, siempre estaba emocionada cuando se trataba de sacar fotos. Las calles estaban cubiertas de nieve y había muchos paisajes esperandome.
- ¡Me voy! - dije poniendome la bufanda en la entrada.
- ¿Con este frío? - escuché la voz de papá desde el salón.
- Si, voy a sacar fotos.
- Creo que deberías de dejar esa tontería de las fotos y centrarte en la carrera. Y recuerda que tienes que llegar a tiempo, hoy cena el novio de tu hermana con nosotros.
- Deja a tu hija, Marie. Todo el mundo tiene que tener un hobbie, y ella es bastante buena en eso, deberías de pararte un día a ver sus fotos.
- Yo no tengo tiempo para eso - refunfuñó - Solo quiero que tu hija sea alguien el día de mañana. - rodé los ojos y abrí la puerta de entrada. No quería escuchar de nuevo la misma conversación entre mis padres.
Cuando salí me di cuenta de que no hacía tanto frío como pensaba. Caminé hasta el tranvia que había a unos 15 minutos de casa, iría al otro lado de la ciudad.
Paseé por las calles hasta que vi un parque y me metí. Había gente paseando a sus perros, niños jugando con la nieve, y personas paseando.
Saqué la cámara del bolso y empecé a caminar con ella en la mano, hasta que vi a dos personas mayores acurrucadas en un banco, mientras sonreían y él le daba besos a ella en la mejilla. Sonreí y capturé el momento sin que se dieran cuenta. A veces, tenía que pedirles permiso, por ejemplo, a la hora de fotografiar a los niños.
Seguí caminando y vi a un chico sentado en la parte de arriba del banco, vestido de negro, por lo que resaltaba con el blanco de la nieve. Decidí echarle una foto. Pero cuando fui a echarla él se levantó. Maldecí y miré la foto y efectivamente, él salía moviendose.
-¿Ibas a echarme una foto? - me sobresalté y miré al chico que estaba delante de mi.
" Bajamos del coche y caminé al lado del chico para meternos en la cafetería. Él abrió la puerta y me dejó pasar. - Sientate en alguna mesa, pediré la bebida - asentí sin mirarlo y me senté en una de las mesas que se encontraban en medio pegadas al crital. Los asientos eran rojos y las mesa blanca. La cafetería estaba iluminada por luces blancas de neon. Apenas había gente. Una pareja dos sitios más atrás que yo y un hombre tomandose un café sentado en la barra. Escuchaba a la pareja cuchichear y reir, al hombre dandole vueltas a su café, al chico pedir nuestras bebidas y el aire acondicionado para mantener este sitio caliente. Metí las manos en mis bolsillos. Debí haber cogido los guantes. Lamí mis labios secos para hidratarlos un poco.
- Aquí están - el chico rubio puso una taza de chocolate caliente delante de mi y él se sentó frente a mí poniendo la suya delante de él y lo miré por primera vez. "
- Yo... si - murmuré. Él sonrió.
- Me alegra que sigas bien, anónimo - sonreí.
- Si, bueno, hago lo que puedo, Blezzie - pensé en lo que pasó el otro día. Él sonrió.
- ¿Así que no era mentira lo de fotografa, eh? - negué con la cabeza. - ¿Sabe la gente que les haces fotos?
- No todos - me encogí de hombros.
- ¿Me has echado la foto?
- Te has movido - encendí la cámara y se la enseñé. Él cogió la cámara y la miró.
- Es cierto, lo siento. - me la devolvió. - ¿Quieres que vuelva a ponerme? - señaló el banco.
- Oh, no importa - sonreí. Este chico llegaba a ponerme nerviosa. Quizás es porque, nunca un chico guapo hablaba conmigo, sin contar Robert y Harry, el simpático, atractivo y atento novio de mi hermana.
- ¿Has venido hasta aquí para hacer fotos?
- Si, ¿Tu que haces aquí?
- Pasear a Sammy
- ¿Sammy?
- Si - Bizzle silbó - ¡Hey chico, vamos! -Vi a un American stanford correr hacia nosotros. Me alejé un poco de Blezzie y este se agachó para acariciar a Sammy. Él me miró - Él es Sammy - sonrió y me temblaron las piernas al ver su sonrisa.
- Bien - sonreí. - Pero... ¿Esos perros no son un poco peligrosos?
- Él está bien domésticado - se levantó y Sammy se acercó a mi.
- Vale, pero no dejes que se me acerque - hablé rápido y Blezzie cogió a Sammy por el collar y lo alejó de mi.
- ¿Te dan miedo?
- No es miedo, es pánico - el rió y le puso una cuerda.
- Bueno, ya no tienes nada de que preocuparte.
- Te lo agradezco - lo miré. Necesitaba una foto de ese chico, pero era demasiado tímida para pedirle una. Nos quedamos un momento en silencio, uno bastante incómodo. - Bueno, me alegro de verte, voy a seguir - señalé el paisaje.
- Oh, claro - sonrió. - Adios - sonreí mientras caminaba hacia atrás y me di la vuelta. - Hey, espera - mi corazón empezó a ir rápido y me giré.  - ¿Que te parece si dejo a Sammy en casa y vamos a tomar un café? - intenté ocultar mi nerviosismo.
- Esta bien - le sonreí.
- Bien, vivo aquí al lado, ¿Me acompañas a dejarlo y nos vamos? - asentí. Empezamos a caminar.
- Esta zona de Toronto está alejada de donde tu vives.
- Lo se - me encogí de hombros. Salimos del parque y caminamos en silencio hasta que él paró en un viejo portal. Sacó las llaves de sus pantalones y abrió. Lo seguí por las viejas escaleras. Las paredes estaban viejas y la madera tenia ranuras. Llegamos al tercer piso y paramos en una de las dos puertas marrones que había. Él le dio con su hombro a la puerta cuando metió la llave.
Si estuviera aquí Jane empezaría decir que esto no era seguro, y que nos iba a violar. Él no se veía un mal chico.
Me quede fuera mientras que él entraba dentro. Miré a mi alrededor. Él no tardó en salir.
- ¿Vamos?
- Si - empecé a bajar las escaleras seguida por él. - Presiento que este edificio se caerá algún día de estos - salí de edificio.
- Espero que no, ven, vamos a la cafetería de la esquina. - caminé a su lado.
- ¿Te gustan las tortitas?
- Claro, ¿A quien no le gustan? - él se encogió de hombros.
- ¿Estas mejor?
- Si, no te di las gracias por lo del otro dia - mordí mi labio.
- No tienes que darlas - lo miré y me sonrió. Él me abrió la puerta de la cafetería y entré, agradeciendo la calefacción del lugar. - Sentémonos allí - me señaló una de las mesas del final y asentí. Él puso su mano en la parte baja de mi espalda y me guió. Me pregunto que hacía tomando café con este chico.

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