Breathe

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lunes, 30 de diciembre de 2013

Capitulo 7







"Hay muchas partes de mí que no conoces, sin embargo, yo conozco más de tí de lo que tu crees."


Aparqué frente a casa y bajé del coche en una nube. Abrí la puerta de casa y mi sonrisa se borró al ver a mi madre en la entrada muy enfadada. Cerré suspirando la puerta y la miré.

- ¿Donde estabas? - ella estaba cruzada de brazos.

- He ido a recoger el coche.

- ¿Tanto tiempo? ¿Te crees que soy estúpida? - escupió. ¿Tenia que contestar a eso? ¿O era una pregunta trampa?

- Me he encontrado con un amigo.

- Estabas castigada - me recordó.

- Si, por algo estúpido. Si quedar con un chico es motivo de castigo, entonces deberías de haber castigado a Ashley cuando estuvo conociendo a Harry - me crucé de brazos. Ella me miró uniendo sus labios en una fina linea, señal de que la estaba enfadando más.

- Bueno - sabía que yo había ganado esta batalla, una de las muchas - Pues hoy te quedas sin cenar, y dame tu cámara de fotos.

- ¿Que? ¿Por qué?

- Porque yo lo digo - me tendió la mano. Refunfuñé y la saqué de mi bolso. Cuando fui a sacar la tarjeta de memoria ella me interrumpió.- Deja la tarjeta dentro - le di la cámara molesta y empecé a subir las escaleras.
 
- Ya estoy en casa - escuché la voz de mi padre.

- Hola cariño - suspiró mi madre. Subí las escaleras. - ¿Con quien has estado? - fruncí el ceño y me quedé a los pies de la escalera escuchando.

- Con nadie cielo, ¿Que ocurre?

- Hueles a un perfume que no es el mio. - Ashley salio de su habitación y las dos nos miramos.

- Tonterías - bufó él. Ashley se puso a mi lado. - Vengo de trabajar todo el día y me recibes con tus paranoias.

- ¡No son paranoias! - Ashley y yo nos miramos y salimos las dos corriendo para su habitación - que es la que estaba más cerca - cuando escuchamos a papá subir las escaleras. Ella cerró la puerta con cuidado.

- ¿Crees que papá esté engañando a mamá? - me preguntó.

- No se... No creo ¿No? Es papá... - ella asintió entendiendo lo que quería decir. Nunca podría imaginar a mi padre engañando a mi madre. - Él la quiere... o por lo menos eso demuestra cuando estan juntos.

- Es eso... - ella suspiró al escuchar aún las voces de nuestros padres. - Me he enterado de que mamá te ha castigado sin cenar, y se que hoy no has almorzado.

- Si

- Harry va a venir a recogerme para salir, ¿Quieres que le diga a Harry que se pase por McDonalds y te traiga algo?

La miré extrañada. ¿Me estaba tomando el pelo? ¿Quien era esta y donde estaba mi hermana?

- Mmmm... claro, gracias - ella me sonrió y me di cuenta de que se sentía bien cuando alguien te ayudaba y no intentaba hundirte, aunque solo fuera por un momento.

Cuando las voces cesaron me dirigí a mi habitación y cerré la puerta. Cogí mi pijama y mi ropa interior y fui a darme una ducha.


Entré a mi habitación en pijama y secandome el pelo con la toalla. Encima de la cama había una bolsa de McDonalds. Sonreí y cerré la puerta. Me senté en la cama y abrí la hamburguesa. Mi estómago gruñó y le di un bocado saboreandola.

Tiré la bolsa a la papelera que tenia al lado de mi escritorio. Cogí mi móvil y vi que tenía varios mensajes de Jane. Le conté como me había ido y me metí entre mis mantas aún con la pequeña lampara de mi mesita de noche encendida.

Sonreí al recordar el beso. No podía creer que esto me estuviera pasando.


« Estoy volando por mi habitación con una sonrisa de estúpida »
Le envié a Jane.


« Ten cuidado no te vayas a dar con el techo »
Me envió y solté una carcajada.





Aparqué frente a la casa de Robert. Él ya estaba esperandome. Abrió la puerta del copiloto y entró.

- Me alegro de que te hayan quitado el castigo - besó mi mejilla y se puso el cinturón.

- Yo también.

- Aún sigo sin entender cómo te han arreglado el coche antes que a mi - me miró de reojo.

- Eso es porque tengo contactos - sonreí.

- ¿Hay algo que no me hayas contado?

- Conocí a un chico - me encogí de hombros - Y resulta que trabaja allí.

- ¿Quien?

- Un rubio. - Robert era como mi hermano mayor, él me "protegía" de todo, y de todos. Era extremadamente celoso y es porque tuviera algún sentimiento de amor hacia mi, si no que era demasiado protector.

- ¿Es de fiar?

- Si, supongo. Me encanta esta canción - le di volumen a la radio y empezé a cantar, contagiando a Robert y haciendo que él también cantara.



Me agarré de su mano y me encogí en mi abrigo. Mis tacones resonaban en el asfalto. Entramos en el club y ocupamos uno de los sillones que estaban en una esquina. Me quité mi abrigo, mostrando mi vestido negro. Robert llegó con nuestras bebidas y las puso en la mesa. Cogí mi coca-cola y bebí un trago. Tenía que decir que Robert ya tenía 21, por lo tanto él podía beber alcohol libremente, por eso me llamaba para salir, para que lo llevara a casa. Podíamos decir de que se aprovechaba.

Estaba esperando a que Jane hiciera acto de presencia. Obviamente Robert no iba a dejarme sola para ir a bailar con una chica, primero que mi mejor amigo nunca me haría eso, y segundo que si lo hiciera, que se olvidara de llevarlo a casa.

- ¿Bailamos? - me dijo por encima de la música. Asentí y nos pusimos casi al lado de los sillones, vigilando que no se llevaran mi bolso y nuestros abrigos. Robert cogió mi mano y empezamos a bailar para matar el tiempo hasta que llegara Jane, que no llegó.

- ¿Podrás volver a casa seguro? - cogí su mejilla entre mis manos para que me mirara.

- Si, no te preocupes - asentí - Soy un niño grande ________ - se burló.

- Está bien, nos vemos pronto - lo abracé y este me dio un beso en mi frente.

- Ten cuidado, enviame un mensaje cuando estes en casa - asentí y salí del club ya con mi abrigo puesto. 

Me despedí del portero y saqué las llaves del coche mientras me dirigía a él. Me quité el abrigo dejandolo en el asiento del copiloto para poder conducir mejor y me quité lo tacones para conducir descalza. No es que manejara muy bien el coche con tacones...

Puse la calefacción y salí del aparcamiento. Me concentré en la carretera y en la música que estaba escuchando. La tenía bajita, asi que podía escuchar mi voz mientras cantaba al mismo tono de la música.

Iba tan centrada en mis pensamientos que no me di cuenta que alguien cruzó. Me sobresalté y frené en seco haciendo que las llantas chirriaran en el asfalto. Miré mejor a la persona que tenia delante para ver a Justin. Respiré hondo al ver que no lo había atropellado. Me bajé del coche y sentí el frío en mi piel expuesta haciendo que se me pusieran los pelos de punta.

- ¿Estás bien? - me acerqué a él y vi que de su ceja salía sangre y tenía su pómulo morado.

- Perfectamente, aunque me has dado un susto de muerte. - me miró de arriba abajo.

- ¿Yo a ti? Por favor - bufé. - ¿Quieres que te lleve a casa? ¿Que te ha pasado?

- Nada de lo que tengas que preocuparte. - se encogió de hombros. Asentí.

- ¿Seguro? - me abrazé a mi misma.

- ¿Sigue la oferta de llevarme a casa?

- Claro, sube - me subí de nuevo al coche agradeciendo la calefacción y esperé a que Justin se montara en el coche.

Cuando se puso el cinturón, arranqué y miré a Justin de reojo y lo vi mirando por la ventana. 

- ¿Quieres que te cure antes de llevarte a casa? - murmuré mordiendo mi labio.


- Te lo agradecería. ¿A donde ibas? - me preguntó.

- A casa

-¿De donde venías? - sonreí.

- De un club - lo miré y lo vi mirandome. - ¿Que?

- Nada - aparqué frente a casa y antes de bajarme del coche me puse los tacones para no ir descalza. Mientras que rodeaba el coche me puse el abrigo. Cerré el coche y me dirigí con cuidado de no caerme a la puerta de casa seguida por Justin. Abrí la puerta sin hacer mucho ruido y encendí la luz de la entrada. Justin entró y cerré la puerta.

Me quité el abrigo dejandolo en la puerta y despues me quité los tacones. Me agaché para cogerlos y le hice una seña a Justin para que me siguiera.

Subimos sigilosamente las escaleras y entramos en mi habitación. Dejé el bolso encima de mi escritorio y los tacones en el suelo. - Ahora vengo - susurré y el asintió. Salí de mi habitación y me dirigí al cuarto de baño para coger el botiquin.

Cuando entré de nuevo en mi habitación Justin estaba mirando la pared donde tenía las fotos. Cerré la puerta y también el seguro.

Justin se sentó en el borde de la cama y dejé el botiquin a su lado. Cogí el alcohol y un trozo de algodón. Eché alcohol en el algodón y Justin abrió sus piernas para que me metiera entre ellas.
Pasé el algodón mojado por su ceja limpiando la sangre y curando su herida. Él siseó entre dientes. - ¿Duele?

- ¿Que crees, preciosa? - mordí mi labio y me golpeé mentalmente ante mi pregunta estú.pida.
Cogí una pequeña tirita y la puse en su ceja. - Listo - fui a salir de sus piernas pero él puso sus manos en mi cintura para no dejarme ir. Quitó una de sus manos de mi cintura y la puso en mi cuello, tambien cogiendo mi nuca. Acercó mi rostro al suyo y juntamos nuestros labios. Volví a sentir mariposas en mi estómago. Puse mi mano en su muñeca y la otra en su mejilla. Me sorprendí cuando su lengua pidió paso a mi boca. Abrí mis labios lentamente y la dejé entrar. Nuestras lenguas jugaban y me deje llevar.

Me separé de él y abrí mis ojos para encontrarme con los suyos. Él me soltó y yo retrocedí lamiendo mis labios. - Te llevaré a casa.

- Si, gracias - asentí. Me dirigí a mi armario y cogí una sudadera y me la puse. Despues cogí unos deportes y metí mis pies en ellos bajo la atenta mirada de Justin. - Bonito conjunto - se burló. Sonreí.

- Si, ¿Verdad? - cogí del bolso mi móvil y las llaves del coche.

- Me pregunto por qué siempre terminamos encontrandonos - pregunté en voz alta.

- Porque me acosas - lo miré de reojo. - Debería ponerte una orden de alejamiento.

Reí - Oh, venga ya. No podrías vivir sin nuestros encuentros - bromeé.

- Si, si que podría - lo miré.

- ¿Por qué eres tan .... ? - intenté encontrar una palabra que pudiera describirlo.

- ¿Increible? - sugirió él.

- ¿Tan prepotente y borde? - esta vez fue él quien rió. - No conocía esa parte de tí.

- Hay muchas partes de mí que no conoces, sin embargo, yo conozco más de tí de lo que tu crees.

- ¿Ah si? - murmuré mientras estaba concentrada en mirar a ambos lados en un cruce.

- Si. Puedes dejarme aquí - dijo señalando una esquina. - Es sorprendente como te has quedado con el camino a mi casa. - me encogí de hombros. - Gracias, pequeña  pin...-tapé su boca con mi mano.

- Ni se te ocurra decir pingüino - lo miré. Y él alzó una ceja para después empezar a reirse, por lo que quité mi mano de su boca. - Me alegra divertirte.

- Bien, gracias - se giró y puso dos dedos en mi mentón para darme un beso. - Nos pronto pequeña pingüina - dijo antes de cerrar la puerta. Sonreí y negué con la cabeza.



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